Esta es la idea que preparamos para el concurso del «Museo de la Memoria». La propuesta fue pensada en conjunto con los arquitectos Enrique Bonilla, Francesco Raggio, Christopher Schreier y nosotros, Vanessa Zadel y Edwin Motte.
Un cubo como solido básico y mínimo fracturado por su parte central como si se hubiese explotado al interior, perdiendo su unidad y separándose en fragmentos, fue la mejor forma de expresar la ruptura que produjo la violencia del terrorismo en la sociedad peruana.
La propuesta busca potenciar al máximo las características del lugar. El cubo es un elemento extraño, apenas articulado con el sitio, que intenta por contraste, poner en evidencia la naturaleza que lo rodea y que el proyecto pondera.